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Demencia vascular

Revisado el: 29/08/2025

La demencia vascular es un término general que describe problemas con el razonamiento, la planificación, el juicio, la memoria y otros procesos mentales provocados por un daño cerebral originado por una alteración del flujo sanguíneo al cerebro. Representa la segunda causa más común de demencia después de la enfermedad de Alzheimer, y comprender sus causas y síntomas es fundamental para su manejo y para mejorar la calidad de vida.

Puntos Clave del Artículo

  • La demencia vascular es causada por la reducción del flujo sanguíneo al cerebro, a menudo como resultado de accidentes cerebrovasculares o daños en los vasos sanguíneos.
  • Los síntomas pueden aparecer de forma súbita o progresiva e incluyen dificultades de concentración, confusión, problemas de memoria y cambios en la conducta.
  • El diagnóstico se basa en la evaluación neuropsicológica y pruebas de imagen cerebral como la resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC).
  • No existe una cura, pero el tratamiento se enfoca en controlar los factores de riesgo cardiovascular para prevenir un mayor daño cerebral.
Demencia vascular Causas, síntomas y tratamiento

¿Qué es la demencia vascular y cuáles son sus causas?

La demencia vascular es un deterioro de las capacidades cognitivas causado por condiciones que dañan los vasos sanguíneos del cerebro o interrumpen el flujo de sangre y oxígeno. A diferencia de la enfermedad de Alzheimer, que se debe a la acumulación de proteínas anómalas, la demencia vascular es el resultado directo de una patología cerebrovascular.

Las principales causas incluyen:

  • Accidente cerebrovascular (ictus). Cuando un coágulo bloquea una arteria cerebral (ictus isquémico) o un vaso sanguíneo se rompe (ictus hemorrágico), las células cerebrales mueren por falta de oxígeno, lo que puede provocar síntomas de demencia.
  • Enfermedad de los pequeños vasos. El estrechamiento y rigidez de los pequeños vasos sanguíneos en el interior del cerebro, a menudo debido a la aterosclerosis y la hipertensión arterial crónica, provoca un daño cerebral difuso y progresivo.
  • Demencia multiinfarto. Ocurre como resultado de múltiples pequeños accidentes cerebrovasculares (a veces "silenciosos" o no detectados) que, con el tiempo, acumulan suficiente daño para causar un deterioro cognitivo significativo.
  • Otras condiciones. Factores como la diabetes mellitus tipo 2 no controlada, el colesterol alto y el tabaquismo aumentan drásticamente el riesgo de desarrollar problemas vasculares que conducen a la demencia.

¿Cuáles son los primeros síntomas de la demencia vascular?

Los síntomas de la demencia vascular pueden variar significativamente según la parte del cerebro afectada. A diferencia del patrón gradual de pérdida de memoria del Alzheimer, los síntomas pueden aparecer de repente después de un ictus o desarrollarse en "escalones", donde las capacidades se mantienen estables por un tiempo y luego empeoran bruscamente.

Los primeros signos y síntomas comunes son:

  • Dificultades en la función ejecutiva. Problemas para planificar, organizar tareas, tomar decisiones o resolver problemas.
  • Lentitud de pensamiento. El procesamiento de la información se vuelve notablemente más lento.
  • Problemas de concentración y atención. Dificultad para seguir una conversación o mantener el enfoque en una actividad.
  • Confusión y desorientación. Episodios de confusión que pueden ser leves al principio.
  • Inestabilidad emocional. Cambios de humor repentinos, como apatía, irritabilidad o depresión.
  • Problemas de memoria. Aunque la pérdida de memoria puede no ser el síntoma inicial más prominente, suele aparecer a medida que la enfermedad progresa.
  • Síntomas físicos. Dificultad para caminar, falta de equilibrio o debilidad en una parte del cuerpo, similar a los efectos de un ictus.

¿Cómo se diagnostica la demencia vascular?

El diagnóstico de la demencia vascular requiere una evaluación médica exhaustiva para confirmar el deterioro cognitivo y vincularlo a una causa vascular. No existe una única prueba definitiva, por lo que el proceso suele combinar varios enfoques:

  1. Historial médico y examen físico. El médico preguntará sobre los síntomas, su inicio y progresión, y revisará los factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial esencial, diabetes o antecedentes de ictus.
  2. Evaluación neuropsicológica. Se realizan pruebas detalladas de memoria, razonamiento, juicio y lenguaje para objetivar el tipo y grado de deterioro cognitivo. Estas pruebas ayudan a diferenciar la demencia vascular de otros tipos de demencia.
  3. Pruebas de imagen cerebral. Son cruciales para el diagnóstico. Una resonancia magnética (RM) o una tomografía computarizada (TC) del cerebro pueden revelar evidencia de accidentes cerebrovasculares previos, lesiones en los pequeños vasos sanguíneos o áreas de daño cerebral por falta de riego.
  4. Análisis de sangre. Se solicitan para descartar otras causas de síntomas cognitivos, como deficiencias vitamínicas, problemas de tiroides o infecciones.

¿Cuál es la esperanza de vida con demencia vascular?

La esperanza de vida después de un diagnóstico de demencia vascular es muy variable. Depende de múltiples factores, como la edad de la persona al momento del diagnóstico, la gravedad del daño cerebral inicial, la presencia de otras enfermedades crónicas y, fundamentalmente, el control de los factores de riesgo vascular.

En promedio, se estima que la supervivencia puede ser de unos cinco años tras el inicio de los síntomas, pero esta cifra es solo una media y muchas personas viven más tiempo. La causa de la muerte a menudo no es la demencia en sí, sino sus complicaciones, como un nuevo ictus, un infarto de miocardio o infecciones como la neumonía.

¿Qué tratamiento existe para la demencia vascular?

Actualmente, no hay un tratamiento que pueda revertir el daño cerebral causado por la demencia vascular. Por ello, el objetivo principal del manejo es prevenir un mayor deterioro cognitivo controlando agresivamente los factores de riesgo cardiovascular subyacentes. Las estrategias incluyen:

  • Control de la presión arterial. Mantener la presión arterial en niveles saludables es quizás la intervención más importante para frenar la progresión de la enfermedad.
  • Manejo del colesterol. El uso de estatinas u otros medicamentos para reducir el nivel de hipercolesterolemia ayuda a prevenir la formación de nuevas placas de ateroma.
  • Control de la diabetes. Un manejo adecuado de los niveles de azúcar en sangre protege los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, incluido el cerebro.
  • Medicamentos antiplaquetarios. Fármacos como la aspirina en dosis bajas pueden ser recetados para reducir el riesgo de formación de coágulos y nuevos ictus.
  • Terapias de rehabilitación. La fisioterapia, la terapia ocupacional y la logopedia pueden ayudar a los pacientes a recuperar funciones perdidas y a adaptarse a sus limitaciones.

Además de los tratamientos convencionales, el manejo de la salud cardiovascular es fundamental. Ciertos complementos alimenticios, como OLife®, están diseñados para apoyar el bienestar general. Su fórmula incluye OLIVUM®, un extracto de hojas de olivo rico en compuestos como la Oleuropeína, el Hidroxitirosol y el Tirosol. Estudios sugieren que estos polifenoles tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que pueden ser beneficiosas para la salud cardiovascular, un factor clave en la prevención de la progresión de la demencia vascular. El Hidroxitirosol y el Tirosol, en particular, han sido estudiados por su potencial neuroprotector.

Hábitos para proteger la salud cerebral.

Adoptar un estilo de vida saludable es la mejor estrategia para reducir el riesgo de demencia vascular o ralentizar su avance. Las mismas recomendaciones para proteger el corazón son válidas para proteger el cerebro:

  • Seguir una dieta equilibrada. Se recomienda una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y pescado, como la dieta mediterránea, y baja en grasas saturadas y sal.
  • Realizar actividad física regular. Intenta realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado a la semana, como caminar a paso ligero, nadar o montar en bicicleta.
  • Mantener un peso saludable. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo importantes para la hipertensión, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
  • No fumar. Fumar daña los vasos sanguíneos y aumenta drásticamente el riesgo de ictus y demencia vascular.
  • Limitar el consumo de alcohol. El consumo excesivo de alcohol puede elevar la presión arterial y contribuir al daño cerebral.
  • Mantener la mente activa. Actividades como leer, resolver acertijos o aprender nuevas habilidades pueden ayudar a construir una reserva cognitiva.

Preguntas Frecuentes Adicionales.

¿La demencia vascular se puede revertir?
No, lamentablemente, el daño cerebral que causa la demencia vascular es permanente y no se puede revertir. Sin embargo, un diagnóstico temprano y un manejo proactivo de los factores de riesgo cardiovascular pueden ralentizar significativamente su progresión y ayudar a preservar la función cognitiva durante más tiempo.
¿Cuál es la diferencia entre la demencia vascular y la enfermedad de Alzheimer?
La principal diferencia radica en su causa. La demencia vascular es provocada por problemas de flujo sanguíneo al cerebro (como ictus), mientras que la enfermedad de Alzheimer se debe a la acumulación de proteínas anormales (placas de beta-amiloide y ovillos de tau). Los síntomas también pueden diferir: el Alzheimer suele comenzar con una pérdida gradual de memoria, mientras que la demencia vascular a menudo afecta primero a la velocidad de pensamiento y la capacidad de organización. Es importante destacar que muchas personas mayores presentan "demencia mixta", con características de ambas enfermedades.

Conclusión sobre la demencia vascular.

La demencia vascular es una condición seria que subraya la profunda conexión entre la salud del corazón y la del cerebro. Si bien el daño cerebral no es reversible, la prevención y el control de los factores de riesgo cardiovascular son herramientas poderosas para proteger la función cognitiva. Un diagnóstico temprano, un tratamiento médico adecuado y un estilo de vida saludable son claves para manejar la enfermedad, ralentizar su progresión y mantener la mejor calidad de vida posible.

Aviso importante.

La información contenida en este artículo es solo para fines educativos y no sustituye el consejo médico profesional, el diagnóstico o el tratamiento. Siempre busque el consejo de su médico u otro proveedor de salud calificado con cualquier pregunta que pueda tener sobre una condición médica. Nunca ignore el consejo médico profesional ni se demore en buscarlo por algo que haya leído en este sitio web.

Fuentes y Referencias.

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